La condena de la Corte Suprema contra Cristina Fernández de Kirchner provocó una fuerte reacción en el sindicalismo argentino, especialmente dentro de la CGT. Aunque la central obrera repudió en conjunto el fallo judicial y denunció una «persecución política», se evidenciaron profundas divisiones entre su conducción y sectores más cercanos al kirchnerismo.
Mientras la CGT descartó convocar a un paro, dirigentes como Sergio Palazzo (La Bancaria), Pablo Moyano (Camioneros) y representantes de gremios como SMATA, UOM, ATE, SADOP y otros, exigieron una movilización masiva con huelga el día que la exmandataria deba presentarse en Tribunales. Consideran el fallo como un intento de proscripción política y un ataque a la democracia.
Las diferencias sobre cómo responder al fallo reavivaron el debate por la renovación de autoridades en la CGT, prevista para fin de año. Algunos sectores piden adelantarla para definir un nuevo plan de lucha. En paralelo, se agudiza la puja por el control del sindicalismo: la salida de Héctor Daer del triunvirato cegetista y el protagonismo creciente de dirigentes afines al kirchnerismo alimentan las especulaciones sobre cambios en la conducción y posibles nuevas figuras, como Palazzo o Moyano.
En este contexto, la condena a Cristina no solo impacta en lo político, sino que acelera la reconfiguración del mapa sindical.