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Tras la oficialización del fallo de la Corte Suprema que confirmó la condena contra Cristina Kirchner por corrupción en la causa Vialidad, en la Casa Rosada intentaron disimular la preocupación ante un eventual reordenamiento del peronismo. Aunque en los días previos el gobierno de Javier Milei había interpretado el apartamiento de la expresidenta como una oportunidad para que el peronismo se reagrupase, tras la resolución de los jueces Rosatti, Lorenzetti y Rosenkrantz, comenzaron a matizar ese diagnóstico. “Sin una líder clara, en general los movimientos se disgregan”, dijo un colaborador cercano al Presidente, al tiempo que evaluaban que la falta de Cristina como candidata podría generar tanto unidad como una posible implosión entre las distintas vertientes del justicialismo, el kirchnerismo, los sindicatos y los movimientos sociales.

En el oficialismo también relativizan el impacto electoral de la expresidenta, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, y dudan de que su caudal de votos se transfiera automáticamente a una figura sustituta, como su hijo Máximo Kirchner, quien ya suena como posible candidato. La sentencia, aunque esperada en su contenido, sorprendió al gobierno por su celeridad. Desde Israel, Javier Milei reaccionó con un mensaje en redes sociales celebrando el fallo: “Justicia. Fin”, escribió, y aprovechó para cuestionar a periodistas y sectores políticos que habían denunciado un supuesto pacto de impunidad entre el oficialismo y el kirchnerismo. Desde su entorno, incluso, se apuntó contra quienes criticaron la caída del proyecto Ficha Limpia y el intento de nombramiento de Ariel Lijo en la Corte.

En paralelo, la Casa Rosada observa con interés —y cierto cálculo político— las manifestaciones que comenzaron a emerger en distintos puntos de Buenos Aires en rechazo a la condena y a la posibilidad de detención de Cristina. “Desde el punto de vista estrictamente político, nos conviene cada vez que rompen todo”, reconoció un asesor libertario, dejando entrever que un escenario de caos social podría ser funcional al discurso de orden del oficialismo.

Mientras tanto, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, evitó pronunciarse sobre el tema y confirmó su participación en una cena del CARI, aunque su entorno aclaró que no se referirá a la situación judicial de la exmandataria. A pesar del silencio formal que se intentó mantener en principio, la decisión del máximo tribunal reconfigura el tablero político en un año clave de elecciones legislativas, donde la ausencia de Cristina Kirchner como figura central podría tener efectos imprevisibles para el sistema político argentino

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