El reciente llamado a elecciones internas por parte del Consejo del Partido Justicialista del Chaco ha generado un debate intenso dentro de la estructura partidaria, dejando en evidencia tensiones que podrían derivar en una fractura interna de largo alcance. Si bien la decisión responde en apariencia a una apertura democrática, los plazos fijados parecen consolidar el poder del exgobernador Jorge Capitanich y su sector, el «Cokismo», en detrimento de las demandas de la oposición interna encabezada por la intendenta de Barranqueras, Magda Ayala, y otros referentes provinciales.
Desde hace meses, distintos actores dentro del justicialismo chaqueño venían reclamando mayor apertura en la toma de decisiones y la posibilidad de definir candidaturas de manera más representativa, evitando las postulaciones a dedo. Sin embargo, el calendario electoral propuesto para noviembre, una vez finalizados los comicios provinciales y nacionales, refuerza la posibilidad de que Capitanich continúe teniendo un rol decisivo en la selección de los candidatos, desoyendo las exigencias de la oposición interna. Esto, lejos de interpretarse como un triunfo del sector disidente, podría consolidar la hegemonía del «Cokismo» dentro del PJ chaqueño, al menos en el corto plazo.
La principal incógnita es qué impacto tendrán los resultados de las elecciones provinciales y nacionales en la interna partidaria. Si el oficialismo provincial obtiene un buen desempeño en las urnas, la oposición interna quedará debilitada y Capitanich podrá reafirmarse como el principal referente del justicialismo chaqueño. Sin embargo, si los resultados son adversos para su espacio, se abriría un escenario de fuerte disputa interna, donde la responsabilidad de la derrota recaería directamente sobre él y su liderazgo, generando una crisis de conducción dentro del partido.
En este contexto, el PJ chaqueño enfrenta dos posibles desenlaces, uno podría ser la consolidación del liderazgo de Capitanich, en caso de que el justicialismo logra una recuperación electoral a nivel provincial y nacional, la estructura partidaria permanecerá cohesionada en torno a su figura. En este caso, la oposición interna, representada por Ayala y otros sectores críticos, quedará relegada y sin el peso suficiente para desafiar su conducción en las elecciones internas de noviembre, y el otro posible desenlace podría darse con crisis y fractura interna: Si los resultados electorales no favorecen al «Cokismo», es altamente probable que se intensifiquen las disputas internas. En este escenario, Capitanich podría quedar debilitado, siendo señalado como el principal responsable de la debacle electoral, lo que daría lugar a un proceso de recomposición del liderazgo partidario. Esto abriría la puerta a nuevas figuras dentro del justicialismo chaqueño y a la posibilidad de una mayor pluralidad en la toma de decisiones.
En conclusión, la decisión del Consejo del PJ de convocar a elecciones internas en noviembre parece, en principio, una estrategia para mantener el control del partido en manos del sector de Capitanich, postergando cualquier intento de cambio en la conducción hasta después de los comicios generales. Sin embargo, este movimiento podría resultar un arma de doble filo: si los resultados electorales son adversos, la oposición interna tendrá mayores argumentos para cuestionar su liderazgo y promover una renovación dentro del partido.
El justicialismo chaqueño se encuentra en una encrucijada histórica. Dependiendo del desenlace de las elecciones provinciales y nacionales, podría consolidar su estructura actual o iniciar un proceso de fragmentación y disputa interna que reconfigure el escenario político de la provincia. En cualquiera de los casos, la figura de Jorge Capitanich se perfila como clave: será el gran artífice de una continuidad en el poder partidario o el principal responsable del inicio de una crisis que podría marcar el comienzo del declive final del «Cokismo» en el Chaco.