El escándalo reciente que involucra a Alberto Fernández ha exacerbado la crisis dentro del Partido Justicialista (PJ) y ha permitido al gobierno de Javier Milei desviar la atención de sus propios problemas internos. La denuncia de Fabiola Yañez contra el ex presidente, por violencia física y psicológica, ha sacudido al peronismo, debilitando aún más su ya tambaleante estructura.
La denuncia ha generado un shock dentro del entorno de Fernández, con su círculo cercano negando conocer los detalles de los abusos pero reconociendo los conflictos en la pareja. Esta crisis ha generado una condena rápida y severa del peronismo, incluyendo figuras como Cristina Kirchner y La Cámpora, quienes han optado por manifestarse enérgicamente en contraste con su habitual silencio.
Mientras el peronismo se tambalea, Milei ha usado el escándalo para ocultar las debilidades de su gestión, como la inflación, la volatilidad cambiaria, y los problemas internos en su gobierno. La atención pública se ha centrado en el escándalo de Fernández, permitiendo a Milei evitar críticas por su propio desempeño y las tensiones dentro de su equipo, como la disputa entre su asesor Santiago Caputo y la ministra Sandra Pettovello.
En medio de esta crisis, Axel Kicillof se posiciona como una figura clave del kirchnerismo que busca liderar una alternativa opositora con visión federal, mientras que otros miembros del PJ, como Ricardo Quintela, también están emergiendo en la carrera presidencial. La fragmentación del peronismo y la falta de liderazgo claro reflejan una crisis de representatividad que deja al partido en una situación similar a la de 2015, enfrentando un futuro incierto mientras Milei capitaliza la debilidad de sus rivales.