El fallo de la Corte Suprema que confirmó la condena a Cristina Kirchner por corrupción generó una fuerte reacción dentro del peronismo, que venía desorganizado y sin una conducción clara frente al gobierno de Javier Milei. La resolución judicial funcionó como un punto de inflexión que permitió al Partido Justicialista (PJ) dejar en pausa sus internas y reagruparse en torno a la figura de la expresidenta. El resultado fue una muestra de unidad impensada semanas atrás: gobernadores, gremios, intendentes, partidos aliados e incluso sectores alejados del kirchnerismo se alinearon para organizar una gran movilización hacia Comodoro Py, prevista como un gesto de fuerza y cohesión.
En este contexto, la sede del PJ nacional en la calle Matheu se transformó nuevamente en un núcleo de actividad política. Se proyecta una movilización masiva hacia los tribunales federales, donde confluirán militantes de todo el país, apoyados por la organización sindical. La marcha tiene un objetivo simbólico y estratégico: mostrar músculo político frente al gobierno libertario y recuperar protagonismo en la escena nacional. Aunque circulan versiones sobre la posibilidad de que se otorgue prisión domiciliaria a Cristina, la movilización se realizará de todos modos.
Dentro del PJ, el nuevo protagonismo de Cristina Kirchner no está exento de tensiones. Axel Kicillof, fortalecido por su proyección electoral, ha recibido señales contradictorias: tanto Cristina como Sergio Massa llamaron a construir un proyecto “sin personalismos”, y el gobernador fue excluido de una reunión clave con el argumento de que su presencia no correspondía en esa instancia. A pesar de ello, en La Plata bajan el tono y se muestran dispuestos a demostrar “madurez política” para no tensar aún más la interna.
El peronismo no kirchnerista también muestra cautela. Si bien hay expresiones de apoyo, muchos dirigentes se resisten a reeditar las viejas gestas simbólicas del peronismo clásico y prefieren ajustar las expectativas a la realidad actual: una sociedad más indiferente, con vínculos partidarios diluidos y liderazgos cuestionados. En este panorama, el rol de los gremios será fundamental. La CGT, que ha mantenido una relación ambigua con el kirchnerismo, comprometió su participación en la marcha, aunque con ciertas reservas. Algunos sindicalistas recuerdan que durante otros procesos judiciales, como el de Amado Boudou o Luis D’Elía, el kirchnerismo no ofreció mayor respaldo.
A nivel político, hay una estrategia dual. Por un lado, Sergio Massa impulsa la formación de un frente amplio que pueda enfrentar a Milei electoralmente. Por otro, Unión por la Patria buscará reforzar su rol opositor en el Congreso, impulsando proyectos que incomoden al oficialismo y que cuenten con el respaldo de otros bloques, como radicales disidentes y fuerzas federales. El objetivo es convertir su mayoría parlamentaria en resultados concretos.
Cristina Kirchner, al reunirse con los senadores el día del fallo, instó a reconstruir el vínculo entre la dirigencia y la sociedad, una tarea que el peronismo considera central para explicar el ascenso de Milei. En la práctica, este proceso ya comenzó con iniciativas como el encuentro con médicos del Hospital Garrahan y el impulso a proyectos sociales y previsionales en el Senado.
El miércoles, la marcha hacia Comodoro Py representará un momento crucial de movilización. Sin embargo, más allá de ese “Día D”, persistirán las preguntas de fondo: cómo sostener la unidad, qué liderazgo prevalecerá y cómo reconectar con una sociedad que, por ahora, sigue mirando con desconfianza a toda la clase política.